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ARMONÍA CÓSMICA LAS COSAS SON NÚMEROS
PITÁGORAS
Según se cuenta, el legendario Pitágoras, alumno del mismísimo Hermes Trismegisto, Nació en la isla de Samos sobre el siglo IV a.d,.
Pitágoras, como, Jesús y Baco, tuvo que huir de un rey. En su caso, del tirano rey Polícrates, estableciéndose en Trotona. Pero, también tuvo que huir de allí al levantarse el pueblo contra él. Finalmente, Pitágoras murió en Matapontio.
Así mismo, como Jesús y Baco, el propio Pitágoras vivo en Egipto, donde conoció las doctrinas esotéricas, la geometría y la astronomía.
Los pitagóricos adoraban a Apolo y, basaban su vida en la purificación, con vistas a reencarnación en otra vida.
Los pitagóricos mantenían el misterio y el secreto sobre sus doctrinas, revelar sus conocimientos se castigaba severamente.
Empédocles, habla de él mismo, como segundo Pitágoras, como si fuera su reencarnación, los pitagóricos creían en la metempsicosis, es decir; la trasmigración de las almas. La rueda de la reencarnación.
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HERMES TRISMEGISTO
Hermes Trismegisto formulo “Como es arriba es abajo” y, según los pitagóricos, el alma, era semejante a la sustancia de la que están hechos los astros, siendo, por tanto, los astros la verdadera morada del alma.
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Como en los misterios apolíneos, los pitagóricos, practicaban el silencio, la música y las matemáticas, estudios, que, consideraban indispensables para formar el alma.
Los habitantes de Trotona incluso tenían a Pitágoras por Apolo Hiperbólico.
Tras su muerte, la escuela pitagórica quedo dividida en dos, los “acusmáticos o pitagóricos”, los místicos, y, los “matemáticos”, los científicos.
Estudiaban el orden que manifestaba el universo, y, la importancia que los números tenían en él, así, como, la música, puesto que, los intervalos musicales de las notas de una lira dependen de un número, es decir; de su longitud. En base a este fundamento llegaron a la conclusión de que, la armonía del universo, depende de un número. Así, todo lo que hay en la naturaleza, fue modelado por un número, siendo el cielo una escala musical, y, por tanto, numérica.
Los pitagóricos veían a dios como una esfera que se manifestaba en su movimiento circular, el fuego de los astros. Ellos creían en la armonía y, como, la armonía y la proporción, equivalían a una buena salud. Así que, los pitagóricos, estaban vinculados a la curación, teniendo incluso una escuela medica.
La armonía y la proporción en la música se puede expresar aritméticamente.
Todo era numérico según ellos, siendo, el uno, el punto; el dos, la línea; el tres, la superficie y, el cuatro, el volumen.
Los Pitagóricos, ya basaban sus ideas en que la tierra era redonda, y, no ocupaba el centro del universo, sino que, se movía alrededor del sol, a la vez, que este, giraba en torno al corazón del Cosmos o fuego central.
La respiración era importante, en tanto, para ellos, el mundo aspiraba el aire sin limites que lo envolvía.
Que la música esta unida a todos los cultos existentes, es algo innegable, desde los sumerios a nuestros días, siempre han habido himnos, salmos, rezos, responsorios y antífonas.
Los caldeos relacionaban astronomía, música y matemáticas. Y, el origen de nuestra escala musical, procede de Mesopotámica.
La cuerda, es un instrumento importante en la adoración a dios, porque es el hilo con el que esta tejida la creación. Por ello, por ejemplo, en los mitos, el arpa de Orfeo, la lira de Apolo... son tan importantes.
La música es una medida matemática, que tiene un orden, como toda estructura en el universo. Las moléculas están unidas por ondas y, estas, ondas, se alteran mediante las ondas sonoras. Por ello, los egipcios, consideraban la voz como el medio más poderoso para llegar a dios.
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ORFEO
Para crear, para construir... hay que ordenar, la música, el sonido... es la herramienta del arquitecto universal, como dejo patente el mito de la torre de Babel. Así, la teoría india, consta de 8º notas, su división se hacía en dos tetracordos disjuntos (angas, ramas), o intervalos de 4 notas. La misma proporción matemática de esta división se hallaba en la arquitectura de los templos hindúes.
El número, sección, promoción o razón áurea, es el número de la armonía representado por la letra griega ? (Phi), Fi, su valor es = 1,61803… Su nombre se debe a la inicial del escultor griego Fideas que lo aplicó a sus obras.
Leonardo da Vinci lo llamó el “número de oro”.
El número áureo, se considera, que lo obtuvieron los griegos, al hallar la relación entre la diagonal de un pentágono y del lado.
Los egipcios aplicaron la proporción áurea en la pirámide de Keops, y, se ha seguido utilizando en la arquitectura de todo el mundo, en el Panteón, la Alambra, el escorial, así como, en el arte Dalí, Boticelli... además de los usos dados por los mencionados Fideas y Da Vincie, entre otros.
Porque esta proporción está en todo, desde las espirales de las conchas de las caracolas a nosotros mismos, que cuanto más geométricos somos y más nos acercamos al número áureo, más perfectos somos. De hecho, el número áureo, es tan indispensable que, se aplica en el documento de identidad, los códigos de barras y las tarjetas de crédito.
FIBONACCI
La sucesión de Fibonacci 1,1,2,3,5,8,13,21,34,55,89… es, como se aprecia en la anterior sucesión, que cada número de la serie, es el resultado obtenido sumando los dos números que lo preceden, así, de la suma 3+5 surge 8 y, de la suma 34+55, surge 89
Lo curioso, es que, las razones o cocientes entre dos números de esta sucesión, se aproximan cada más vez más al número áureo.
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Según la “Teoría de la Supercuerdas”, el universo consta de diez dimensiones creadas por delgadas cuerdas.
Estas cuerdas, del mismo modo que si se trataran de las cuerdas de una lira, pueden vibrar, y, al vibrar, crean resonancias o notas.
Esto está ampliamente referido en la mitología donde muchos dioses tocan instrumentos musicales formados por cuerdas y, las diosas, son tejedoras. Tómese como ejemplo la lira de Apolo o el Arpa de Orfeo, y, las Moiras, nombre derivado de “moriao” <<ordenar, distribuir>>, que tejen, he hilan el destino humano.
“… Cerca de sus tronos de mármol, un haz de luz se entreveía. De su centro incandescente, pendía el uso de la Necesidad girando sin tregua. Alrededor del uso ocho círculos formados por el Sol, las estrellas y el Cielo. Y con cada círculo una sirena entonando una perpetua nota y al unísono de las ocho monocordes notas cantaban las tres Parcas, al tiempo que continuaban con sus acostumbradas labores…"
"Lidiúm o la trágica historia de un reloj de arena"
Elena Catalán
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